Este blog tiene una doble función: por un lado, me gustaría que me sirviese a mi de aprendizaje. Por otro, trato de compartir algunos conocimientos relacionados con los perros para quien le pueda interesar.

No pretende ser una guía canina ni es rigurosamente científico, se trata de simplificar conceptos y transmitirlos de una forma amena para quien no esté familiarizado con este mundillo.

sábado, 20 de abril de 2013

Pippin


Para quienes no la recordéis, esta es Pippin.
http://www.youtube.com/watch?v=Dyb6R2_bR3A

Para TVE, esta perra fue el símbolo de años de esplendor, a finales de los 80, cuando su falta de competidores permitía a su directora Pilar Miró aconsejar a los telespectadores que hiciesen un consumo responsable de la Televisión.

Para su agencia de publicidad -Contrapunto- Pippin significó ganar dos Grand Prix en Cannes por esta campaña llamada "Aprende a usar la televisión". Era la primera vez que la publicidad española conseguía un reconocimiento tan relevante.

Para millones de españoles, el anuncio de Pippin era un recordatorio de que había vida después de la televisión, cosas divertidas que se pueden hacer sin tener que estar siempre pegados a la caja tonta.

Para mi, Pippin fue el primer perro que quise y la primera foto que colgué en la pared de mi habitación.

Esta perra era fantástica, sabía hacer de todo. Además, era un chucho de verdad, no una de esas razas que pueden parecer un chucho pero no lo son. Era, por tanto, irrepetible. No podías tener una "Pippin" igual que podías pedir un "Lassie" o un "Beethoven", porque otros perros idénticos a Pippin no existían.

Pippin era inglesa -en España aún no había agencias dedicadas a animales actores de garantía- y cobraba 100 mil pesetas diarias, el mismo sueldo que podría cobrar cualquier modelo o actriz publicitaria de la época. En Inglaterra ya era famosa porque había hecho otros anuncios e incluso rodó una serie de televisión en la que ella era la protagonista.

Hace más de veinte años años de esto y, aún así, me acuerdo mucho de Pippin. Será que la echo en falta, sobre todo al encender la TV y ver cómo a la Pantoja le da un vahído tras ser condenada, al atragantarme con la cena por imágenes realmente morbosas escogidas para documentar el ataque terrorista de Boston, al oír cómo se gritan en programas de debate sobre temas superficiales, al hacer zapping una y otra vez y darme cuenta de que tenemos doscientos canales y en ninguno hay nada. Y es que quizá haya que volver a hacer caso a Pippin y apagar el aparato, dejando que el silencio y la oscuridad invadan, de un golpe de mando, todos los rincones de tu casa. Después, puedes girarte y encender la lamparita de la mesa, que dará una luz preciosa a tu salón y con la que te será más fácil ver que tu Pippin particular -tu perro, tu pareja, tu hijo, tu amigo- te está pidiendo, desde hace siglos, un poco de caso.


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